Medias verdades en torno a los 2.000 euros por entrevistar a Michael Moore

  • La polémica saltó durante el Festival de Venecia cuando varios periodistas acusaron a las distribuidoras de cobrar por entrevistarle.
  • La práctica, habitual en estos certámenes, está supeditada a la distribución de la cinta en cada país.

La noticia saltó y corrió como la pólvora hace algo más de una semana. Y como en un buen documental de Michael Moore, sólo llegó al gran público una versión sesgada de la realidad que se estaba denunciando: los famosos 2.000 euros que costaba entrevistar al director estadounidense, que estrenaba en Venecia su último dardo envenenado contra las grandes corporaciones, Capitalism: A love story.

En la ajetreada rueda de prensa, en la que el director parecía una víctima de sus propios documentales, varios periodistas alzaron la voz para denunciar que entrevistar a Moore tenía un precio. Y en algunos círculos se vendió la idea equivocada de que eran los propios periodistas (o los medios para los que trabajan) los que tenían que poner de su bolsillo la suma para acceder al cineasta, en plena promoción en Venecia.

Pero la historia no es exactamente como se contó al gran público. El término clave en todo este lío se llama distribución, y a ella están supeditadas las entrevistas a las grandes estrellas en los festivales más importantes (Berlín, Cannes, Venecia). El ejemplo del propio Moore es claro: Capitalism: A love story no tenía aún un distribuidor para España cuando se presentó en el festival, pero sí para otros países.

Y como se trata de hacer negocio, la productora del filme dio prioridad a los medios de aquellos países donde la cinta ha previsto un estreno seguro para obtener a cambio una promoción en sus páginas. Sin distribución en el país para el que trabaja, el redactor está vendido: si la cinta mueve millones (el caso de la de Michael Moore) es imposible concertar una cita.

Repartir las entrevistas para dar opciones a todos

¿De dónde sale el jaleo de los 2.000 euros? De las limitadas plazas que hay para entrevistas. En festivales de tal magnitud, con una media de 4.000 profesionales acreditados, es imprescindible cribar a los elegidos para los correspondientes careos.

Es muy común, y se comprueba al contrastarlo con otros compañeros. Unos medios han conseguido un encuentro con un actor, pero no han tenido acceso a otra actriz, a la que sí ha conseguido entrevistar otro medio del mismo país. Vamos, jerarquía y equidad a partes iguales para que todos puedan tener una parte del pastel.

En este batiburrillo de periodistas, distribuidoras y plazas limitadas se establecen unos precios para incluir a los redactores en las entrevistas. Y ahí entran en juego los famosos 2.000 euros. Si la distribuidora (en caso de haber comprado los derechos de Capitalism) quiere que cinco medios españoles tengan acceso a las entrevistas, deberá poner 10.000 euros. O los que hagan falta en función de la presencia que quiera tener.

Luego decide a quién otorga esas plazas en función de sus propios intereses. Pero es siempre la distribuidora, y no los medios de comunicación, la que paga para que, de forma indirecta, sus productos tengan salida en los medios.

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